Por qué cantan las chicharras o cigarras

Las chicharras cantan principalmente para atraer a las hembras durante la temporada de apareamiento. Los machos emiten un canto característico que puede escucharse a más de una milla de distancia, lo que les permite competir eficazmente por la atención de las hembras. Cada especie tiene un canto distintivo, lo que facilita la coexistencia de diferentes tipos de chicharras en el mismo hábitat. Este canto no solo cumple la función de atraer a las hembras, sino que también sirve como una estrategia de defensa; el ruido fuerte ayuda a repeler a las aves depredadoras, dificultando su capacidad para cazar.

Además, el canto de la chicharra, el insecto que hace ruido en verano, tiene variaciones interesantes. Cuando una hembra se aproxima, el macho ajusta su canto a uno más suave y seductor. Este cambio no solo guía a la hembra hacia él, sino que también resalta la adaptabilidad de estos insectos en sus interacciones. Algunas especies incluso emiten sonidos de alerta en situaciones de peligro, mostrando una complejidad en su comunicación más allá de la simple atracción de pareja. La diversidad de cantos entre las distintas especies de chicharras es comparable a un rico repertorio musical, donde cada una interpreta su propia melodía en un concierto natural.

Así, el canto de las chicharras se convierte en un elemento vital de su ciclo de vida, no solo facilitando la reproducción, sino también garantizando su supervivencia frente a depredadores. En este sentido, su canto es un faro que guía tanto a las hembras como a los machos en el complejo juego de la vida.

Las chicharras comienzan a cantar cuando la temperatura del aire alcanza aproximadamente 24,8 °C. Se ha documentado que el canto de estos insectos se inicia en junio y puede extenderse hasta agosto o septiembre, dependiendo de las condiciones climáticas, como las tormentas y el descenso de temperaturas al final del verano.

En los últimos años, se ha observado un adelanto en el inicio de su canto, con registros recientes indicando que algunas chicharras comenzaron a cantar a finales de mayo. Este cambio es significativo, ya que representa un adelanto de 18 días respecto al promedio histórico. Los investigadores sugieren que este fenómeno puede estar relacionado con el aumento de temperaturas y la disminución de precipitaciones durante la primavera. Así, el comportamiento de las chicharras se ve influenciado por las condiciones climáticas, lo que afecta no solo su canto, sino también su ciclo de vida.

Las chicharras prefieren emitir su canto en condiciones soleadas y cálidas, aunque temperaturas extremas pueden inhibir su actividad. Este canto no solo es esencial para atraer a las hembras, sino que también puede disuadir a los depredadores, ya que las chicharras más ruidosas son a menudo aquellas que emergen en grandes cantidades. Así, el canto de las chicharras se convierte en una manifestación vital de su adaptación y supervivencia en un entorno cambiante.

El canto de la chicharra se asemeja a un zumbido monótono, y se genera mediante la vibración de los timbales, unas membranas localizadas en la base del abdomen. El sonido que producen las chicharras es un fenómeno fascinante que se produce gracias a un sistema especializado en los machos. Los timbales funcionan como tambor o caja de resonancia, y su acción es controlada por la contracción de un músculo específico. La frecuencia de vibración puede alcanzar entre 120 y 480 veces por segundo, lo que permite que el sonido se escuche de manera continua, creando esa atmósfera típica de los días calurosos de verano.

Cada especie de chicharra tiene un canto distintivo, lo que permite a los machos atraer a las hembras de su propia especie. Aunque el sonido puede parecer monótono para el oído humano, en realidad es muy variado. Los machos no solo cantan para aparearse, sino que también utilizan su canto para congregar a otros machos o ahuyentar a los depredadores. Las hembras, por su parte, poseen órganos auditivos especializados, los tímpanos, que les permiten detectar estas llamadas. Sus tímpanos son más grandes que los de los machos, lo que les ayuda a escuchar mejor el canto en un entorno natural lleno de sonidos.

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