Qué es el residuo seco del agua y cómo se mide

El residuo seco del agua (conocido también como RS) es una medida de la cantidad de sales y materia orgánica que contiene el agua. Su valor es función de la naturaleza geológica de la cuenca de alimentación, de las características del terreno en donde se encuentra, del caudal, de la pluviometría y de la temperatura. Asimismo, influyen fenómenos como el arrastre de sedimentos que provocan las precipitaciones o el proceso de deshielo. Los iones que suelen encontrarse en mayor proporción son carbonatos, cloruros, sulfatos, nitratos, potasio, sodio, calcio y magnesio.

El residuo seco es un concepto poco conocido, pero muy importante en las aguas minerales naturales. A diferencia de lo que suele pensar el común de la gente, este no refleja las impurezas que contiene el agua, sino la cantidad de minerales presentes en ella. Es importante tener en cuenta que cuanto mayor sea el residuo seco, más minerales tendrá un agua mineral natural. Toda el agua que procede de distintas fuentes tiene residuo seco en mayor o menor medida y dependiendo de la cantidad de minerales que posea, cada una de ellas tendrá una composición diferente.

¿Por qué es importante conocer el residuo seco del agua?

Conocer el residuo seco del agua es crucial por varias razones. En el caso del agua potable, este valor nos indica la pureza y la calidad del agua que consumimos. Además, el residuo seco también es una medida importante en la gestión del agua utilizada en procesos industriales, ya que las altas concentraciones de minerales pueden causar acumulación de depósitos en tuberías y equipos. Por otro lado, para el agua utilizada en agricultura, un residuo seco moderado puede ser beneficioso para los cultivos, ya que algunas sales y minerales son nutrientes necesarios para el crecimiento y desarrollo de las plantas. No obstante, un exceso de estos puede dañar los suelos y afectar la productividad agrícola.

Para medir el residuo seco del agua, pueden realizarse distintas metodologías, todas en condiciones controladas. Una de las más utilizadas es el método gravimétrico donde el residuo seco se obtiene por diferencia de peso tras someter a la muestra a una temperatura de 180 ⁰C durante 24 horas.

1. Se toman 25 mL de muestra y con ayuda de una pipeta se trasvasa a una cápsula de porcelana que ha sido previamente pesada en condiciones de sequedad (las cápsulas deben estar limpias y secas).
2. Luego, estas se introducen en una estufa a 180 ⁰C durante 24 horas.
3. Pasado este tiempo se sacan y se introducen en el desecador aproximadamente 2 horas para que alcancen la temperatura ambiente y sea posible pesarlas de nuevo. De esta forma, a partir de ambas pesadas se obtiene la cantidad de residuo seco.

El residuo seco puede expresarse en ppm (partes por millón) o en mg/L (miligramos por litro). Este método es utilizado en laboratorios de análisis de calidad del agua y en estudios ambientales, industriales o de potabilización para conocer la concentración de sólidos disueltos.

El nivel de residuo seco en el agua más recomendable para consumo humano es generalmente de hasta 500 mg/L, según organizaciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este límite garantiza que el agua sea de buena calidad, sin afectar el sabor ni representar riesgos para la salud. Sin embargo, el valor puede variar según el tipo de agua que consumimos, ya que distintas fuentes tienen diferentes concentraciones de minerales.

Según su contenido mineral el agua se clasifica como:

• Mineralización muy débil: es el agua con menos residuo seco, ya que este no supera los 50 mg/l.
• Mineralización débil: son aquellas aguas que contienen menos de 500 mg/l. Aunque las aguas de mineralización muy débil o débil suelen ser aptas para determinadas personas que poseen algunos problemas de salud, en este caso debemos revisar bien qué tipo de minerales contienen y su concentración.
• Mineralización media: son aquellas que contienen entre 500 y 1500 mg/l de residuo seco.
• Mineralización fuerte: posee más de 1500 mg/l de residuo seco. Su consumo frecuente no es aconsejable en la mayoría de los casos.

En resumen, aquellas aguas de mineralización muy fuertes no son recomendadas para su consumo, ya que poseen un alto contenido de sales y pueden producir problemas en la salud como hipertensión o piedras en los riñones, además de darle un sabor salino a las aguas. De la misma manera, las aguas con bajo contenido de minerales tampoco son recomendadas, debido a que pueden producir un déficit de minerales en el organismo, que si no son contrarrestados a partir de la alimentación, puede producir enfermedades en los seres humanos.

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